El silencio de Germán
Vargas Lleras, ante los infortunados sucesos que experimenta el país, ratifica
que no merece la favorabilidad que le endosan los Ciudadanos.
Pero, ¿qué se podrá esperar
de un zorro de viejas y cuestionadas costumbres políticas clientelistas? En
este Gobierno dejó promovida una Reforma a la justicia cargada de micos,
de la que injustamente pagó los platos rotos el Exministro Esguerra.
Vargas Lleras solo sobresalió por hacer politiquería con el dinero
de los contribuyentes con las famosas viviendas gratis, nefasta figura
inconstitucional, que además es irracional por su forma de seleccionar los beneficiarios.
Colombia atraviesa una
monumental crisis Integral de tipo político e institucional que ya se refleja
en el comportamiento económico.
Los diálogos en La Habana
no han logrado absolutamente nada positivo para el País, en cambio, para las
FARC, todo ha sido ríos de leche y miel, se fortalecieron política, militar y
económicamente; ahora tienen mesa alterna en el Catatumbo buscando Republiqueta
a su medida.
El silencio ante todo esto
puede ser concebido como estratégico, acomodado, cómplice o cobarde, pero
en todos los casos lo deja mal parado ante Cualquiera q sean sus
convicciones.
Si el silencio es cómplice,
significa que hace parte del Gobierno, comparte sus posiciones, respalda las
negociaciones pero le da miedo perder el respaldo de los electores, es simplemente
un pusilánime. Si el silencio es acomodado, es una clara muestra de ausencia de
convicciones; si es estratégico, significa que cambiará el rumbo apoyándose en
el inminente fracaso de los diálogos y sin duda alguna, tendrá que
traicionar a su mentor, una práctica no muy noble, que lo deja en la posición
muy baja en la escala de valores, porque ¡por ser traidor del traidor no deja
de ser traidor! Y si el silencio es cobarde, mala señal para quien quiere
hacerse cargo del país en esta desastrosa situación.
Por ahora Juan Manuel
Santos lo tiene amarrado junto al General Oscar Naranjo en la Fundación Buen
Gobierno, vigilado como rival, atendido como cómplice o acomodado por la
coyuntura, lo único que es claro es que buenas intenciones no son muy comunes en
quienes no entienden de valores.